La ética detrás de los biocombustibles
► 1 April 2020 10:09 AM por José Solano
INTRODUCCIÓN
A principios de la década de 2010, PDVSA Agrícola desarrolló importantes proyectos para la producción de etanol de caña de azúcar en los llamados Complejos Agroindustriales de Derivados de la Caña de Azúcar (CADCA) ubicados en los llanos occidentales[1]. Esto tendría una doble contribución, que sería la reducción de gases de efecto invernadero (GEI) asociados a la quema de combustible en motores de combustión interna y a la vez incrementar los ingresos por exportación de gasolina.
Actualmente, las condiciones de pobreza y hambre en nuestro país son alarmantes. La FAO, en el “Informe de alerta temprana sobre Seguridad Alimentaria y Agricultura Abril-Junio 2019”[2], ubicó a Venezuela entre los 10 países del mundo con “alto riesgo” de surgimiento de una emergencia o deterioro significativo de la situación actual de su seguridad alimentaria y la agricultura.
En este contexto, el presente análisis se basa en los aspectos éticos de la producción de biocombustibles en Venezuela, considerando los objetivos de desarrollo sostenible aplicables.
ANTECEDENTES
En Latinoamérica, Brasil produce biocombustibles desde el año 1975, con normativas e incentivos para el uso de la mezcla obligatoria etanol/gasolina (gasohol E10), etanol hidratado (E100) y biodiesel, cuyo éxito se basó en la implementación de regulaciones e involucramiento del sector agroindustrial, desarrollo de equipos y tecnología, todo bajo el amparo de una política de Estado e Institucionalidad coherentes [3].
En el año 2015, la ONU presenta su Agenda 2030, en la cual el tema de los biocombustibles se encuentra intrínseco en el ODS 7, “Energía asequible y no contaminante”, específicamente en su meta 7.2: “…aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas”[4]. A finales de ese mismo año, en la Cumbre del Clima de París se lleva a cabo la COP N° 21, la cual tuvo como resultado el Acuerdo de París, en el que se toma la decisión de mantener, para el año 2030, un aumento de la temperatura media global por debajo de 2°C con respecto a los niveles preindustriales, mediante una reducción importante de las emisiones de GEI.
LOS BIOCOMBUSTIBLES
Los biocombustibles se pueden categorizar en dos grupos: bioetanol y biodiesel. El bioetanol, corresponde a un destilado producido de la fermentación de los azúcares de plantas, siendo denominado de “primera generación” a aquel obtenido de caña de azúcar, maíz, soya, yuca, y remolacha azucarera, y de “segunda generación” a aquel que se obtiene a partir del procesamiento de lignocelulosa (bagazo, pasto, madera). Por su parte, el biodiesel de primera generación se produce mediante la transesterificación de aceite vegetal obtenido de plantas como girasol, soya, palma africana, colza o jatropha. El biodiesel de segunda generación se obtiene a partir de madera o paja (lignocelulosa)[5]. Existe una tercera generación, que es aquel obtenido por el procesamiento de algas [6].
En las condiciones actuales, la demanda de combustible en Venezuela es de 225.000 barriles por día (BPD) de gasolina [7], esto equivaldría a un volumen requerido de 1.300 millones de litros de etanol al año, para lo que se requerirían aproximadamente 250.000 ha de superficie. Si se considera lo que reporta Abarca y Bernabé[8], para este tipo de plantaciones hay una oferta de 1,4 millones de ha disponibles en el país, pero podría desplazar a otros rubros de producción agropecuaria.
ANÁLISIS
Considerando todo lo antes expuesto, la bioética, que según Potter[9] es la ética aplicada a enlazar los conocimientos biológicos con los conocimientos del sistema de valores humanos, debe estar presente en toda investigación y actividad de desarrollo tecnológico, incluso si son acciones consideradas a favor del desarrollo sostenible.
En este sentido, para la producción de biocombustibles, los principios de Precaución (reducción de la incertidumbre o riesgos para prevenir daños a terceros y al ambiente) y Responsabilidad (cumplimiento de normas aplicables para la prevención del deterioro ambiental) deben prevalecer. Más aún, el principio de Solidaridad es fundamental en el ámbito social para este caso, ya que el desarrollo tecnológico para mejorar rendimientos de cultivos debe ser un compromiso no solo para los biocombustibles, sino para la producción de alimentos en general y cubrir el gran déficit alimentario actual. Adicionalmente, los principios de Beneficencia (hacer el bien) y No Maleficencia (no hacer daño) aplican respecto a no comprometer la disponibilidad de tierras, agua para riego o desplazar otros rubros alimenticios, y el principio de Justicia aplica en cuanto a la equidad de acceso a este combustible para el transporte y movilidad de todas las personas.
Además, existe una relación directa entre la ética y la nutrición. El hambre es tanto una violación de la dignidad como un obstáculo para el desarrollo social y para el progreso económico. Por ende, el Estado tiene el deber moral de implementar políticas de nutrición y alimentación que garanticen la disponibilidad, el acceso, la distribución y utilización de los alimentos, respondiendo a la demanda y necesidades del consumidor[10], alineado con el objetivo ODS 2 “Hambre Cero”.
CONCLUSIONES
El debate sobre el carácter ético del uso de superficie de tierra cultivable para la producción de biocombustibles en vez de producción de alimentos sigue vigente en los tiempos actuales. A la fecha del presente análisis, no se ha materializado la producción de etanol en el país, ya que requiere una cantidad importante de superficie para la siembra de la caña y una óptima coordinación con instituciones y productores, manejo de altos volúmenes de efluentes y desechos, y otros factores externos como la barrera existente del subsidio de la gasolina.
A pesar de los acuerdos de reducción de emisiones de GEI para mitigar el cambio climático y dadas las condiciones de pobreza, hambre e inseguridad alimentaria actuales de nuestro país, se concluye que no es ético ni moralmente correcto invertir en la producción de biocombustibles que requieran de grandes extensiones de tierra en este momento. Lo que se requiere es de la implementación de políticas agroalimentarias que mejoren las condiciones de vida en sectores rurales y promuevan la agricultura sostenible, a la vez de invertir en desarrollo biotecnológico, de manera que se garantice realmente la seguridad alimentaria.
Realizado por:
Ing. José Solano
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IG: @jasolanop_ds19
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- Ambioconsult, C.A. (2014). Lineamientos del Plan Maestro de la Gerencia de Proyectos Agrícolas para el Desarrollo Integral de las Áreas Propias del Proyecto PDVSA Agrícola.
- FAO (2019). Early Warning Early Action report on food security and agriculture (April–June 2019). Rome, 60 pp.
- Organización Latinoamericana de Energía (2007). Biocombustibles en América Latina y El Caribe.
- Organización de Naciones Unidas (2018). La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible: una oportunidad para América Latina y el Caribe (LC/G.2681-P/Rev.3), Santiago, Chile.
- Dufey, A. (2006). Producción y comercio de biocombustibles y desarrollo sustentable: los grandes temas. Instituto Internacional para el Medio Ambiente y Desarrollo (IIED). Londres, Reino Unido.
- Armenise, S. (2017). Los biocombustibles: una alternativa energética. El Nacional, 18 de septiembre de 2017.
- García, A. (2019). Déficit de gasolina le cuesta al Estado $11 millones diarios en importaciones. Recuperado el 30 de noviembre de 2019 desde: https://cronica.uno/deficit-de-gasolina-le-cuesta-al-estado-11-millones-diarios-en-importaciones
- Abarca, O.; & Bernabé, M. (2011). Proyección de la demanda de tierras agrícolas en Venezuela, a partir del análisis de las necesidades alimentarias al año 2020. Agronomía Tropical, 60 (3). Maracay, Venezuela.
- Potter, V. (1971). Bioethics. A Bridge to the Future. Prentice Hall Inc. Englewood Cliffs, New Jersey, USA.
- Serra, L., Ribas, L & Ortiz, R. (2010). Políticas de Nutrición y Salud Pública: ¿Más ciencia o más política? En: Bioética y Nutrición. Alemany, M. & Bernabeu-Mestre, J., Eds. Alicante, España: Editorial Aguaclara, SL y Universidad de Alicante.
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José Solano
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