Ante este panorama desolador (algo más común de lo que parece en muchas regiones del mundo), es muy fácil cuestionarse porque se habla de ciudades inteligentes, porque soñar con algo que parece utópico, como sociedad tal vez aún nos falta crecer para poder aspirar a un cambio real o tal vez, sencillamente, necesitamos resolver primero nuestras necesidades básicas antes de siquiera pensar en ir un paso más allá.
Hoy en día creemos que no somos culpables de nada, sino víctimas, pensamos que todos los males de nuestras ciudades son consecuencia de los responsables de otro sector, pero lamentablemente después de haber estado desarrollando proyectos de diseño, construcción y operación de infraestructuras desde España hacia nuestra región, América Latina, y desde Venezuela.
Estamos entrando a una economía diferente, donde el centro de gravedad será el conocimiento y en los que se valorará muy especialmente la ética, y por tanto la confiabilidad de los profesionales, las empresas, y los gremios que las agrupan. La reactivación del sector construcción deberá partir de la integración de todos sus actores para lograr un mismo objetivo: el desarrollo de nuestra industria y del país, dejando atrás modelos fracasados y permitiendo al Estado cumplir su rol de gran facilitador de las inversiones. No hay lugar para el pasado.
El padre del Marketing, Philip Kotler, define al marketing como “El proceso social a partir del cual las personas y grupo de personas satisfacen deseos y necesidades con la creación, oferta y libre negociación de productos y servicios de valor con otros”.
Guardar información como un registro en una base de datos es una tarea trivial por sí misma, sin embargo, se requiere un buen diseño en la arquitectura del software para hacerlo funcional con otros componentes del sistema y así ofrecer la solución deseada que sea moderna, útil y amigable.